jueves, 16 de diciembre de 2010

Llanto por Blake Edwards, el último de los más grandes





























Todos tenemos estos días uno o varios genios del arte de los que llorar su desaparición. Algunos eran ya muy mayores, otros se encontraban en la cúspide de su carrera, y aún podrían habernos ofrecido nuevas páginas gloriosas de sus carreras. Pero llega el fin, el trompazo con la dura realidad, el vacío por el ser querido y admirado en la distancia, que tan feliz nos hizo sin imaginárselo siquiera.
Hoy me siento huérfano de muchas cosas, hueco en parte de mi alma; triste en el más amplio y áspero sentido del término. Desde hoy, siento que me falta un pedacito de mi vida. Ése tan pequeño pero tan importante que iluminaba Blake Edwards con su talento, con su concepción increíble del cine, tan asociada a un Hollywood, a una América, a una forma de comportarnos y relacionarnos en sociedad que ya nunca más volverá. Con él se va un buen trozo de aquellos inolvidables momentos en los que soñé con ser 'el amigo Fred', en escribir algún día con la valiente osadía y el talento apasionado de Paul Varjak, de acunar en mis brazos a una temblorosa y desconsolada Holly, chorreante de lluvia y lágrimas a partes iguales, al ritmo de la inolvidable banda sonora de la que es la película de mi vida, que él filmó puro en ristre, como en la foto del rodaje, tras vetar a la mismísima Marilyn e imponer a Audrey Hepburn como la musa que habría de hacernos creer a todos que, en el cine, los milagros son posibles.
Porque también quise conocer a ese increíble Hrundi V. Bakshi al que encarnó deliciosa y delirantemente el gran Peter Sellers, bañar en el estanque del chlaetaco hollywoodiense a una cría de elefante con toneladas de detergente, o cantar 'Nothing to lose' http://www.youtube.com/watch?v=cak9bZpn4uQ al unísono con la bella Michelle en el guateque más memorable cuya mera mención todavía sobresalta a Beverly Hills.
Y no es justo dejarse a la Pantera Rosa y su despistado Clouseau, a la sensual tripulación del único submarino que hizo la guerra al Japón pintado de rosa, a dramas, misterios y comedias sin fin protagonizados por los más grandes actores y actrices que uno pueda recordar.
Antes le precedió en la despedida su alter ego musical, el otro genio de esa ecuación perfecta que eran sus películas... Ese Henry Mancini que le espera allí arriba tarareando la misma melodía maravillosa a cuyo ritmo entró en mi vida la mujer más increíble que uno pueda soñar... además de Holly Golightly, claro... http://www.youtube.com/watch?v=BOByH_iOn88

2 comentarios:

Athena dijo...

Qué pena, de verdad. Al menos nos quedan sus películas y la gran Pantera Rosa, un ejemplo de vida, sin duda.

sushi de anguila dijo...

GRACIAS POR TU COMENTARIO, ATHENA; QUE TENIENDO EN CUENTA LO QUE TE CUESTA, PARA MÍ TRIPLICA SU VALOR. MUCHA SALUD Y UN PORRÓN DE BESOS...