miércoles, 27 de julio de 2011

El Arco Iris, mascarón de proa de la nueva arquitectura bordelesa







































































































Al final, la constancia y fino instinto para descifrar las
sucintas pistas demostrados por Fernando da Casa han dado con la solución de mi décima Parte por el Todo, en esta ocasión dedicada a la arquitectura, más concretamente a uno de mis edificios favoritos, ese Arco Iris (l'Arc-en-Ciel) maravilloso, obra de Bernard Bhüler. A sus 57 años, el arquitecto francés cuenta con una treintena de edificios, de un estilo muy personal y reconocible, desperdigados por la histórica y evocadora capital de Aquitania, de los que éste es, sin duda, el que más me gusta. Enclavado en una zona de apariencia industrial con un gran tránsito de tráfico rodado y modernos tranvías, es el paradigma de la arquitectura de su autor: de aire industrial y muy moderno, diáfana, muy colorista, integrada con el entorno. El imponente inmueble, recubierto de acero y cristales de colorines, alberga un aparcamiento en su sótano, destina la planta baja a oficinas y las cinco plantas restantes a unas cuarenta viviendas particulares. Uno se imagina allí dentro, como morador de semejante construcción, tan famosa que hasta tiene perfil de facebook, y se antoja algo imposible el no flipar con tan increíble suerte. Y como marca de la casa, esos grandes casetones cuadrados en la fachada, que nos recuerdan a libros sobresaliendo de una repleta estantería... Gracias al genio creativo de Bhüler y de sus colaboradores, Burdeos ya es mucho más que la ciudad del vino: el hogar soñado por el Arco Iris...