jueves, 6 de noviembre de 2014

El saludo fascista, el hijo menos conocido de la Revolución Francesa














Poco o nada se estudia en las escuelas y universidades del impacto y gran inflluencia que la Revolución Francesa y la posterior 'Experiencia Napoleónica' tuvieron en uno de los símbolos más identificables del fascismo, el nazismo y el franquismo, como es el saludo del brazo en alto tomado de los romanos. Asociado a un juramento (es decir, a cumplir con la verdad y lealtad, en el caso de quien alzaba el brazo) desde tiempos de la República romana, fue retomado por los revolucionarios franceses como símbolo de lo verdadero de su causa y su compromiso de llegar hasta el final por la misma. Así nos lo refleja el propio Jacques-Louis David, a quien debemos buena parte de la memoria gráfica de aquel gran acontecimiento histórico. David ya empleó esta fórmula en su famoso cuadro 'El juramento de los Horacios' (1784) (foto1), sin duda inspirado por una escultura similar a la del Augusto encontrado en 1863 en la Villa Livia de Prima Porta, a las afueras de Roma, prestando juramento a a la memoria de su tío y antecesor en el poder, Julio César (foto2), y en los relieves de la Columna de Trajano (foto3) donde algunos legionarios prestan así su fidelidad al emperador de origen hispano durante su ardua campaña para la conquista de la Dacia.

A David le gustó la fórmula, y recién triunfada la Revolución, cuando las autoridades del nuevo Régimen le encargaron en 1791 el cuadro que tendría que mostrarle al mundo cómo fueron aquellos momentos decisivos del llamado  'Juramento del Juego de Pelota' en el que los 577 representantes del Tercer Estado, una vez convocados los Estados Generales en junio de 1789, se reunieron el día 20 de los corrientes en esta especie de pabellón donde los parisinos más pudientes jugaban a un deporte antepasado del actual tenis, y crearon la llamada Asamblea Nacional, con un juramento colectivo por parte de casi todos (sólo se opuso uno) "los diputados del pueblo, expulsados de la sede ordinaria de sus sesiones" que juran "no separarse de ninguna manera hasta que no hayan dado una constitución a Francia", y ellos, tal y como reza en la placa conmemorativa de aquel hecho, "cumplieron con su palabra".  David sitúa pues, en su famoso cuadro (foto4) a los diputados protagonistas jurando con su brazo en alto cual sus Horacios... un gesto que luego adoptó también el escultor Leopold Morice para la pequeña escultura en bronce conmemorativa del histórico momento que realizó en 1883 (foto5).

Otro momento clave es el famosísimo cuadro de David en el que el joven (y victorioso) cónsul Bonaparte, a sus 32 años, cruza con su ejército los Alpes para derrotar a los austriacos en Italia en beneficio de Francia (rapiñó para su país todas las obras de arte y tesoros que pudo) y de la causa revolucionaria (foto6). La creación del mito, tras la gran victoria en Marengo, ya estaba en camino, y Napoleón es mostrado a caballo saludando a su ejército brazo en alto, de manera casi idéntica a cómo presta su juramento la escultura de Augusto, sin el tradicional bastón de mando asociado hasta entonces en las representaciones artísticas de los generales y reyes que mandaban tropas... Paradójicamente, este cuadro fue un encargo del rey español Carlos IV al embajador francés en Madrid para su palacio real, como testimonio de la alianza establecida por Godoy en nombre de España con el Primer Cónsul francés. Y en España estuvo semejante maravilla hasta que José Bonaparte, entonces rey José I de las Españas, puso pies en polvorosa en 1812 y se llevó con él el cuadro, que le acompañó en su exilio estadounidense , quedando en posesión de su familia hasta que su gran sobrina nieta Eugenia  Bonaparte la donó al Estado francés. A David, y a Napoleón, le gustó tanto el cuadro, que se hicieron otras cuatro copias, una de ellas para el propio autor, y que tras mil avatares a causa de las guerras y los cambios políticos y territoriales vividos en Europa desde entonces, descansan en Versalles (2 copias), Berlín y Viena.

Una vez triunfó esta fórmula artística de representar los juramentos públicos más solemnes, era sólo cuestión de tiempo que fuera adoptada por otros autores... tal sucedió, como es lógico con uno de los más talentosos discípulos de David, Pierre-Claude Gautherot, ya en pleno periodo imperial napoleónico, pintó en 1808 una escena para glorificar al pequeño corso, su famoso 'Arenga de Napoleón al Segundo Cuerpo del Gran Ejército antes del ataque a Augusta (Augsburg, en el topónimo original alemán, aunque nótese la curiosa asociación del nombre del lugar de la victoria y las reminiscencias romanas con el culto al emperador) el 12 de octubre de 1805' (foto7).  Un cuadro espectacular en el que Napoleón, más maduro y con su mano enguantada, repite el victorioso gesto del paso de los Alpes, mientras que los fornidos granaderos de su afamada Guardia le saludan brazo en alto como gesto/juramento de fidelidad hasta la muerte, tal cual harían casi siglo y medio después con Adolf  Hitler los miembros de otro cuerpo militar de élite de infausto recuerdo, las SS.

David recuperó esta demostración de fidelidad brazo en alto en 1810, en su cuadro 'La distribución de las Águilas' (foto 8), inspirado en las costumbres marciales de las legiones romanas y en el que un Napoleón en la cúspide de su poder (entonces sólo España con su obstinada resistencia empañaba su omnímodo dominio sobre el continente europeo), entregaba a los jefes de su ejército la nueva bandera con el símbolo imperial del águila dorada, idéntico al de las legiones romanas. Esta entrega de enseñas y estandartes es acompañada de un juramento de fidelidad al emperador por parte de los oficiales, muchos de ellos brazo en alto y la palma extendida, al que Napoleón responde con su ya consabido gesto 'a la augusta'...

Como era de prever, el gran culto a la personalidad que surgió en torno a la carismática figura de Napoleón Bonaparte y los símbolos asociados al mismo, caló profundamente en pensadores políticos de épocas posteriores y entre una gran legión de admiradores. Entre ellos, el escritor y activista político Gabriele D'Annunzio, que lo adoptó, entre otros símbolos del pasado imperial romano y napoleónico, como parte del ritual con que él y sus seguidores celebraron en 1919 la ocupación para Italia de la disputada ciudad húngara de Fiume (la actual Rijeka croata), hasta entonces estratégica posesión austrohúngara en el Adriático, de cuyo mar era y es el puerto más importante, y antigua sede de la prestigiosa Academia Naval de Austria y Hungría donde estudió durante cuatro años un joven marino austriaco que, años después, pasaría a la fama como cantarín aristócrata junto a sus hijos y segunda esposa, el capitán de corbeta y todo un as de los submarinos durante la Pimera Guerra Mundial,  Jorge Juan von Trapp (..."fa, es lejos en inglés"...).

Toda la parafernalia política de D'Anuzzio fue directamente adoptada por el Partido Nacional Fascista de Benito Mussolini, con el gesto del brazo en alto como muestra de fidelidad al líder como símbolo más reconocible... y que pronto fue adoptado por el Partido Nacionalsocialista del Trabajo de Adolf Hitler y, posteriormente, por Falange Española en 1933 (como la 'salutatio ibérica''saludo íbero', una muestra de lealtad y de promesa de paz, descrito en las fuentes romanas y teóricamente anterior a la llegada a la Península Ibérica de los romanos, que se lo habrían copiado a los hispanos, tal como ya hicieron con algunas de sus mejores armas, como las dagas o la gladius hispaniensis, verdadero origen de la eficaz y letal espada romana...), entre otras organizaciones políticas afines de medio mundo...

Hubo, sin embargo, otro admirador de la causa napoleónica bien distinto a los anteriores, subyugado con el símbolo del brazo en alto, el periodista estadounidense James B. Upham, editor del popular semanario juvenil 'Youth's Companion', de gran tirada nacional, que pensaba en el juramento romano-napoleónico con el brazo alzado como el mejor acompañamiento al texto del 'Juramento de Lealtad' a la Bandera de Estados Unidos escrito por el pastor protestante Francis Bellamy para los niños y jóvenes norteamericanos. Upham hizo una demostración a Bellamy mientras declamaba el poema de éste, brazo en alto. El 12 de octubre de 1892, aprovechando el día de fiesta nacional en todos los colegios, se puso en práctica el juramento, con todos los niños ordenados en filas sucesivas que, una vez izada la bandera, alzaban sus brazos y repetían las palabras escritas por el pastor Bellamy (foto9). Al igual que le pasara a Colón con Américo Vespucio, el juramento patriótico brazo en alto de los niños estadounidenses no pasó a la posteridad con el nombre de su creador, James Upham, sino con el del escritor del texto, siendo desde entonces conocido como 'Saludo Bellamy'. El saludo brazo en alto continuó practicándose en Estados Unidos, también por los adultos, hasta 1942 (foto10), tras la entrada en la Segunda Guerra Mundial, al identificarse como algo propio de las enemigas dictaduras fascistas, sin tener en cuenta que había sido adoptado en las escuelas norteamericanas casi 30 años antes que los propios fascistas y nazis. Una ley federal promulgada a finales de 1942 sustituyó el 'Saludo Bellamy' por la hoy tradicional mano en el pecho sobre el corazón como símbolo de respeto y lealtad al himno y la bandera estadounidense (foto 11)... Como se ve, ni es un gesto tan antiguo ni tan espontáneo como se piensa.

Otra curiosidad asociada a tan controvertido gesto tuvo como involuntario protagonista al conocido aviador Charles Lindbergh, quien visitó Alemania para conocer de primera mano el renacer de la Luftwaffe y era contrario a la entrada de su país en la Segunda Guerra Mundial, defendiendo la neutralidad y el aislacionismo como mejor política a seguir, hasta que Japón atacó el 7 de diciembre de 1941 Pearl Harbor, claro. Los muchos enemigos políticos de 'Lindy' le acusaban injustificadamente de pro-nazi difundiendo sus fotos con el brazo alzado como prueba de sus simpatías por el bando del Eje, cuando en realidad eran imágenes del famoso piloto practicando el 'Saludo Bellamy' mientras juraba lealtad a su país y su bandera...(foto12).

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Tintín y Chaves Nogales: Crónicas de la Rusia Roja a golpe de avión










En 1929, dos periodistas europeos, bastante populares en sus respectivos países de origen, España y Bélgica, publican por escrito unas apasionantes crónicas sobre sus vivencias y tribulaciones en la entonces Rusia Roja, el legendario País de los Soviets del que, debido a la censura impuesta por sus autoridades, se contaban tales historias más propias de la obra de Marco Polo, desde los crueles crímenes y asesinatos de los opositores y creyentes de cualquier religión, hasta las loas desde el punto de vista obrero y sindical por los grandes logros de que disfrutaba por aquellos lares la clase trabajadora.

Para revelar la verdad a sus lectores de lo que realmente sucedía tras aquella impenetrable cortina trenzada a base de bayonetas y ametralladoras comunistas, dos prestigiosos diarios de la época decidieron enviar a su reportero más osado y audaz. El redactor jefe del 'Heraldo de Madrid', el sevillano Manuel Chaves Nogales http://manuelchavesnogales.info/index.html, para muchos (entre los que me cuento) uno de los grandes periodistas e intelectuales españoles del siglo XX, se embarca en agosto de 1928 en un viaje en avión por Europa, entonces el medio de transporte más avanzado y reservado para la élite social, que le lleva de Madrid a Bakú, y del Mediterráneo al Caspio, pasando por Berlín y Leningrado.

Tras su vuelta a casa, Chaves tira de notas y amplía el material publicado en el Heraldo, incluyendo las partes que habían sido previamente censuradas, y lo publica en 1929 en forma de libro con el título de 'La vuelta a Europa en avión. Un pequeño burgués en la Rusia roja'. El subtítulo recuerda que más de la mitad de la obra está dedicado a su periplo ruso bajo el régimen bolchevique, en el que aprovechó para entrevistarse con personajes como Ramón Casanellas, uno de los tres asesinos del expresidente Eduardo Dato junto a Pedro Mateu y Luis Nicolau en 1921, y que, a diferencia de sus compañeros, sí pudo escapar a la U.R.S.S., donde inició una prolija carrera como militar y agente de los bolcheviques que le llevó a participar en la guerra civil contra los rusos blancos y realizar labores de inteligencia en favor del Partido Comunista en Hispanoamérica y en España, hasta su muerte en 1933 en un extraño accidente de moto del que todavía se especula sobre su pudo deberse a una expeditiva 'depuración' política. 

Buena parte del texto se centra en la descripción desde su avión, (un modernísimo y precioso Junkers F-13, como el de la foto 5, que tuve la suerte de ver en el Museo Alemán de Munich) de los paisajes que va sobrevolando. Muchísimos españoles descubrieron así algo que hoy nos es tan común, y entonces algo tan ignoto como mágico, como era la sensación que uno siente al volar, entonces privilegio de unos poquísimos...Y también tomaron buena nota de las contradicciones del régimen soviético (dentro de lo que le permitieron conocer), con sus acciones en beneficio del proletariado y las arbitrariedades cometidas para llevarlas a cabo... Hoy las podemos conocer de la mano de la estupenda edición publicada en 2012 por los Libros del Asteroide, una de las recientes incorporaciones a mi biblioteca, con esa atractiva cubierta roja tachonada de pequeños Junkers F13...

El otro periodista, en este caso de papel y no de carne y hueso, es el joven corresponsal del diario católico belga 'Le Vingtième Siècle', dirigido por el abate Norbert Wallez, en cuyo suplemento infantil y juvenil llamado 'Le Petit Vingtième', se publicó por entregas la crónica de ese viaje bajo el título 'Tintín en el País de los Soviets', con el ánimo de mostrar a los niños belgas, que leían masivamente la entretenida publicación, plagada de historietas y amenidades, los males propios del ateo régimen marxista de la URSS. Para ello contó con el gran valor e inigualable inteligencia de Tintín y de su parlanchín y travieso perro fox-terrier, Milú... que también sobrevolaron el imperio soviético a bordo de modernos monoplanos de motor en línea, decorados con las escarapelas de la hoz y el martillo... 

Al igual que Chaves Nogales, la pareja viaja a Moscú vía Berlín, para hacer un reportaje sobre las políticas instituidas por el presidente comunista Iósif Stalin. Sin embargo, un agente de la policía política secreta soviética, la temida y cruel OGPU o Directorio Político Unificado del Estado, intenta impedir que Tintín relate a los belgas la verdadera faz del autoritarismo soviético, e intentan deshacerse de ellos con todo tipo de emboscadas y trampas, con el mismo éxito que Willie el Coyote con el Correcaminos. Mientras salva su pescuezo y el de su mascota, el avispado reportero irá poco a poco descubriendo los secretos que ocultan los bolcheviques al resto del mundo y cómo estos roban la comida a sus ciudadanos, manipulan las elecciones y asesinan a sus opositores políticos. 'Le Petit Vingtième' publicó las aventuras del joven del mechón, que regresó sano y salvo a casa entre loor de multitudes, del 10 de enero de 1929 al 8 de mayo de 1930, y fueron recopiladas en un ya legendario álbum homónimo publicado en 1930.

La Gran Depresión que desde el 24 de octubre de 1929 sumió al mundo en un lóbrego túnel de desesperación, miseria y hambre, dejó también en un segundo plano las crónicas viajeras de ambos periodistas, el real y el imaginario. Por desgracia, ni Europa, ni tampoco el resto del planeta, eran ya como ambos nos lo habían contado apenas unos meses antes en tan inolvidables crónicas...