miércoles, 31 de mayo de 2017

La 'nueva' Masacre de Fort Mims, alegre tributo al genocidio de la nación Creek








Me encanta la foto de al.com que abre el post y que recrea de manera tan divertida, con mayores y niños entregados a la causa, la conocida ‘Masacre de Fort Mims’ acontecida el 30 de agosto de 1813 en el marco de la llamada Guerra Civil de los Creek, conflicto fratricida que constituye uno de los muchos episodios que conforman la llamada Guerra de 1812, que enfrentó a estadounidenses y británicos en Norteamérica mientras que buena parte de Europa se desangraba en las guerras napoleónicas.

La Guerra de 1812 fue el último gran conflicto en el que las naciones indias tuvieron una contribución decisiva en las operaciones militares y las decisiones políticas de alcance internacional entre varias naciones. Aglutinadas bajo el mando del carismático Tecumseh, (foto 6) el brillante jefe de guerra de los Shawnee, la mayoría de las tribus indias se decantaron por el bando británico, conscientes del desastre que para ellas había supuesto la independencia de los Estados Unidos.

Sin embargo, hubo algunas tribus que mantuvieron su alianza con el bando estadounidense, y, lo que resulta más dramático, otras que se dividieron en facciones proamericanas y probritánicas enfrentadas a muerte, lo que acarreó la desgracia y autodestrucción de estas naciones indias, cuyo poderío y capacidad de combate quedaron totalmente aniquilados dejando el camino expedito para su conquista y posterior desposesión de sus tierras por parte del bando ganador que, como no podía ser de otra manera, y más tras la muerte en combate del gran Tecumseh en la batalla del río Thames (octubre de 1813) al frente de su ejército indio aliado de los británicos, que fueron finalmente derrotados tras empeñar el gobierno de Su Graciosa Majestad la gran mayoría de sus recursos militares en pararle los pies a Napoleón en España, dejando en un plano muy secundario la guerra que se libraba en Norteamérica.

Entre las naciones indias que tomaron partido por ambas facciones, apenas 125 guerreros Choctaw y un puñado de exploradores nativos a favor de los estadounidenses frente a más de 10.000 guerreros de las 14 principales naciones indias del Noreste y el Sureste aliados a los británicos (en buena medida gracias al carisma de Tecumseh, cuya muerte fue el principio del fin para el bando angloindio) destacaban los todopoderosos Creek o Muskogee (denominación preferida en la actualidad por los antropólogos), que con cerca de 2.000 guerreros, armados en su mayoría con mosquetes en muchos casos suministrados por sus aliados españoles de la Florida (foto 3) eran los verdaderos señores de los actuales estados de Alabama y Georgia.

El bando proclive a los ingleses, y partidario de hacer la guerra al hombre blanco -estadounidense- que progresivamente se iba apoderando de sus territorios ancestrales, eran conocidos como ‘Cachiporras Rojas’ o Red Sticks, lo cual resulta de lo más lógico, por ser el color rojo el asociado a la guerra entre los indios, y la cachiporra la tradicional arma para el combate cuerpo a cuerpo. por el contrario, los Creek partidarios de la convivencia pacífica con los invasores blancos y de integrarse en la sociedad de éstos, adoptando progresivamente su cultura y costumbres eran los llamados ‘Cachiporras Blancas’ o White Sticks, menos belicosos e inferiores en número de guerreros.

La guerra entre las dos facciones de los Creek comenzó con los ‘Cachiporras Rojas’ quemando las granjas y demás posesiones, o matando el ganado y los animales domésticos de los ‘Cachiporras Blancas’ que vivían en explotaciones agropecuarias al estilo del hombre blanco, lo que les hacía mucho más vulnerables a las incursiones que a sus enemigos.

Curiosamente, los ‘Cachiporras Rojas’ entraron en guerra formal con los Estados Unidos mediando España de por medio. Nuestro país, aliado contra natura de los ingleses a causa de la invasión napoleónica, siempre había mantenido una buena relación con los Creek a cambio de comerciar con ellos y cubrir con suministros sus necesidades esenciales en pólvora y munición, entre otros artículos.

Los espías estadounidenses tuvieron noticia de que los Creek más hostiles a su causa habían concertado un encuentro con el gobernador español de Florida a comienzos de julio para entregarles 45 barriles de cereales y harina, mantas, cintas, tijeras, hojas de cuchillo, unos cuantos novillos, 1.000 libras de pólvora y su equivalente en balas de plomo y perdigones (para cazar) y, aunque pudiera parecer sorprendente, y contra la costumbre habitual, dada la reconocida preferencia de los indígenas por los vinos y el brandy españoles por encima del resto de bebidas alcohólicas, los emisarios indios no bebieron nada de alcohol… Los indios, liderados por los jefes Peter McQueen (mestizo hijo de escocés con ancestros irlandeses y una 'princesa' Muskogee) y 'Cabeza Alta' Jimllevaban una carta de recomendación de sus aliados británicos y pagaron por todo unas 400 libras esterlinas -un fortunón para la época- lamentaron las muy escasa cantidad de pólvora y que sólo recibieran cinco balas por guerrero, algo impensable años atrás...

Cuando estaban ya de vuelta, y habían acampado para preparar su comida a base de maíz, los cerca de 80 guerreros que custodiaban las mercancías españolas fueron atacados por una fuerza de 150 milicianos estadounidenses a caballo, procedentes de Fort Mims, un puesto militar a unos 50 km de Mobile, ayudados por 30 mestizos nacidos de la unión de los Creek con los blancos, a los que se conocía como Tensaw.

La escaramuza, que pasaría a la posteridad con el nombre de Batalla del Maíz Quemado, por haber sido los indios sorprendidos cocinando el principal ingrediente de su condumio tradicional, comenzó con la huida de los Creek y el saqueo de las valiosas mercaderías hispanas a cargo de los asaltantes, hasta que una posterior reacción de los atacados, tras reagrupar sus fuerzas en los pantanos cercanos, puso en fuga al enemigo, que se había distraído saqueando los caballos de carga de los indios y los mosquetes abandonados en el campo de batalla. La escaramuza se saldó con una docena de muertos y una decena de heridos entre los 'Cachiporras rojas' y dos muertos y 15 heridos entre los atacantes, quienes no pudieron hacerse con el cuantioso botín y vieron peligrar sus vidas, siendo forzados a retirarse. Desde ese día, los ‘Cachiporras Rojas’ estaban en guerra con los Estados Unidos y con sus hermanos de sangre Tensaw.

El 30 de agosto, una gran partida cuya fuerza oscilaba entre 750 y 1.000 guerreros de los ‘Cachiporras Rojas’ liderados por los jefes Peter McQueen y William 'Águila Roja' Weatherford, deseando vengar el ataque anterior, asaltó Fort Mims, cuyas defensas consistían en una empalizada nada imponente y un pequeño reducto central. En su interior se apiñaban 271 soldados regulares estadounidenses, 175 milicianos y unos 70 guerreros Tensaw, además de centenares de colonos de todas las edades: ancianos, mujeres y niños, y hasta los esclavos de cada propietario.

Como si de una perfecta venganza por lo sucedido en la Batalla del Maíz Quemado se tratara, los ‘Cachiporras Rojas’ atacaron el endeble fuerte en plena hora del almuerzo, aprovechando que hasta los centinelas habían abandonado sus puestos para ir a manducar y que la puerta principal no cerraba demasiado bien porque solía atascarse en el suelo arenoso de la entrada.

La sorpresa fue total, aunque los defensores, a costa de grandes bajas, lograron rechazar a los asaltantes, que, a la vista de sus importantes pérdidas, no tenían muy claro si continuar el ataque. Entonces, se impuso el criterio de quienes ardientemente abogaban por vengar la vil traición que habían sufrido a manos de sus hermanos de sangre, los Tensaw, de los que no querían dejar uno vivo.

El ataque se reanudó, pues, a las 3 de la tarde, y esta vez sería definitivo. La débil empalizada no soportó el nuevo arreón de los nativos, que pronto se introdujeron en el recinto, mientras los defensores escapaban hacia el bastión. Mientras, la mayoría de los soldados, milicianos y de los Tensaw eran abatidos por la marea de guerreros Creek. A las cinco de la tarde, todo había terminado.

De los cinturones de los 'Cachiporras Rojas' colgaban no menos de 250 cabelleras, a las que se sumaban más de un centenar de cautivos, muchos de ellos los esclavos de los colonos, que ahora cambiaban de dueño, también y algunas mujeres y niños. El resto, salvo unos cuarenta soldados y un puñado de civiles que lograron escapar, yacía muerto o malherido en el suelo, mientras la empalizada y el bastión ardían por los cuatro costados. Cuando unas semanas más tarde llegaron las tropas estadounidenses a los restos calcinados del fuerte, contaron no menos de 247 cadáveres entre los defensores y un centenar de los atacantes.

La gran victoria de los 'Cachiporras Rojas' en Fort Mims, para muchos considerada la mayor masacre de colonos blancos a manos de los indios, constituyó un auténtico terremoto en la frontera, entre cuyos miles de colonos se propagó una incurable sensación de indefensión y de terror a las incursiones de los 'salvajes' o 'paganos', como entonces se llamaba en Norteamérica a los indígenas. Muchos colonos abandonaron sus tierras de Georgia y Alabama. La gran marea de refugiados colmató la pequeña ciudad de Mobile, multiplicando por diez su población habitual en torno a los 500 vecinos, todavía más cuando se supo que el Gobierno Federal no estaba dispuesto a mandar al Sureste sus tropas regulares cuando tenían que enfrentarse en el Norte a las experimentadas fuerzas anglocanadienses y sus miles de aliados indios, que amenazaban con tomar Washington e incluso Nueva York...

Este abandono a su suerte por parte de la autoridad federal, provocó que los estados de Tennessee y Georgia, y las autoridades del Territorio de Mississippi ordenasen una urgente y masiva movilización de sus milicias, reuniendo un gran ejército, con mucha caballería, la gran carencia de las naciones indias de los bosques, para atacar las 'ciudades' de los 'Cachiporras Rojas' y acabar de una vez con esa amenaza. Mandaba la fuerza un hábil y ambicioso coronel de milicias, Andrew Jackson (foto 9), que sumó a sus fuerzas un amplio contingente de aliados Cherokee (tradicionales enemigos de los Creek) bajo el mando del gran jefe Junaluska (foto 9), a los fieles Choctaw y a los Creek de la facción 'Cachiporras Blancas', sabedor de que para derrotar a los indios es también necesario contar con indios en tus filas. Entre sus tropas también hubo un importante refuerzo del Gobierno Federal, el 39 Regimiento del ejército regular.

Después de varios enfrentamientos armados, en los que fueron mermando las fuerzas, provisiones y suministros de los 'Cachiporras Rojas', que dependían tanto de la ayuda española y británica para reponerlos, la principal fuerza de éstos, unos 1.000 guerreros al mando del jefe Menawa (foto 8), se encontró en un recodo del río Tallapoosa llamado la Curva de la Herradura/Horseshoe Bend o Tohopeka (foto 7), con los 2.000 milicianos a pie y los 700 a caballo, más los 600 aliados indios al mando de Jackson, que contaba además con piezas de artillería; el enemigo más temido por los indios por delante de la caballería.

Como era de esperar, Jackson impuso su tremenda superioridad de fuego y de hombres. Al menos 550 'Cachiporras Rojas' se dejaron la vida en el campo de batalla y otros 300 fueron abatidos en su huida o intentando cruzar el río. Durante el combate, el bravo Junaluska salvó la vida de Andrew Jackson. Mientras, Menawa, huyó malherido hacia el Este con sus últimos 200 guerreros, entre los que también se encontraba Peter McQueen, en busca de refugio entre los Semínolas de los pantanos de Florida, sus tradicionales aliados y próximo objetivo de la expansión estadounidense por el Sureste. La batalla le había costado a los americanos 47 muertos y 159 heridos, además de 23 muertos y 43 heridos entre sus aliados indios. Unas pérdidas irrisorias comparadas con la casi completa aniquilación de sus otrora invencibles enemigos Muskogee.

En apenas unas horas, los Creek habían pasado de ser los incontestables amos de Alabama y Georgia a una nación destruida y perseguida, al borde del exterminio. Con su gran triunfo en Horseshoe Bend, Andrew Jackson ganó una formidable reputación en todo el país, que dos décadas más tarde le llevaría hasta la Casa Blanca como séptimo presidente de los Estados Unidos.

En esa batalla también combatió otro futuro presidente no menos legendario, el teniente Sam Houston, que recibió un flechazo y cuyo posterior triunfo contra los mexicanos del tiránico Santa Ana en la batalla de San Jacinto propiciaría la independencia de Texas y su acceso al cargo de presidente de la joven república de la Estrella Solitaria...

Apenas un año después de la batalla, los Creek/Muskogee cedían a los blancos la gran mayoría de sus tierras ancestrales... Jackson no tuvo piedad ni hizo distinciones entre sus propios aliados y despojó también de sus posesiones a los fieles 'Cachiporras Blancas', que asistían absolutamente anonadados e indignados a lo que estaba pasando en sus tierras. Así les pagaban los estadounidenses su lealtad y la traición a sus hermanos de sangre.

25 años después haría lo propio con los Cherokee, a los que envió al exilio y la muerte de miles de miembros de su gran nación en la llamada 'Senda de las Lágrimas' rumbo a Oklahoma, hasta el extremo de hacer renegar a Junaluska de haber salvado la vida de aquel despiadado personaje que años más tarde se lo agradecería sembrando la muerte y la ruina entre su pueblo, hasta su casi total destrucción... Un prócer de la patria para los norteamericanos, que veneran su figura -hasta aparece en los billetes de 20 dólares, al menos hasta 2020- y al que define perfectamente, según los estándares actuales, el cartel que es la penúltima imagen del post.

Dramáticos acontecimientos que contrastan con la alegre conmemoración que se celebra cada año de la masacre de Fort Mims...

Así de vilmente cruel es la vida... y así se escribe la historia... 

viernes, 26 de mayo de 2017

Las paradojas del idioma...









A los Marines estadounidenses destinados en la gaditana base de Rota tiene que resultarles cuando menos curioso el nombre de los Buques de Acción Marítima (BAM) [foto 1] de la (des)Armada Española. En el argot del Cuerpo de Marines un BAM no es otra cosa que un Marine de Culo Gordo (Broad Assed Marine), el acrónimo despectivo con el que se mofan de las mujeres infantes de marina....

El origen del término es, sin embargo, antiguo, propio de épocas pasadas en las que imperaba el machismo. En 1918, en los últimos meses de la Primera Guerra Mundial, y debido a la escasez de personal a causa de las necesidades del frente, el Cuerpo incorporó a sus primeras 305 mujeres, llamadas cariñosamente 'Marinettes' (fotos 2 y 3), para suplir en el trabajo de oficina a los hombres.

Fue en la Segunda Guerra Mundial, con más de 20.000 mujeres alistadas en los Marines (fotos 4 a 7), donde realizaron todo tipo de tareas salvo el de combatientes, cuando se hizo popular entre los miembros masculinos el empleo del despectivo ’BAM', que una despistada reportera (a la que pudieron confundir a propósito) incluso llegó a interpretar como el acrónimo de un piropo: "Beautiful American Marine"...

A modo de curiosidad, y como forma de subir la moral de estas mujeres soldado, se encargó a la prestigiosa firma Elizabeth Arden la creación de una línea de cosméticos no exenta de simbología guerrera, a partir del color rojo. Primero fue el carmín llamado 'Victory Red' de 1941, al que siguió en 1943 una gama de carmín, colorete y esmalte de uñas en el mismo color rojo que empleaban las 'Marinettes' en sus uniformes llamado 'Montezuma Red' (foto 8) en homenaje a la primera línea del himno de los Marines, en la que se rememora la participación de los infantes de Marina estadounidenses en la toma del Castillo de Chapultepec, acción decisiva para la conquista de la Ciudad de México por las tropas yankees en septiembre de 1847:

"From the Halls of Montezuma
To the shores of Tripoli
We fight our country's battles
In the air on land and sea..."

De los salones de Moctezuma
a las arenas de Trípoli
luchamos todas las batallas de nuestro país
por tierra, mar y aire...

Hasta 1975 no desapareció la expresión oficiosa 'Woman Marine', pasando a ser todos los miembros femeninos del Cuerpo simplemente Marines, sin distinción alguna de género (foto 9)...

Dicho esto, no olvidemos que también hay en la peculiar jerga de los Marines un término con cierto matiz ofensivo referido a sus miembros del género másculino, HAM, que no tiene nada que ver con el jamón, sino que es el acrónimo de Hairy Assed Marine (Marine de Culo Peludo), nombre por el que se conoce coloquialmente en el Cuerpo a todos los infantes de sexo masculino.

Quien quiera consultar el curioso argot de los Marines, que pinche este enlace... A lo mejor se acuerda de esa obra maestra llamada 'La chaqueta metálica'... http://www.vietvet.org/usmcdict.htm

martes, 16 de mayo de 2017

Kabul-Peshawar, el primer puente aéreo de la Historia...






En 2015, el tremendo Terremoto de Nepal volvió a poner en la palestra la importancia del transporte aéreo en Asia Central, conviene recordar que el primer puente aéreo de la historia tuvo lugar por aquellos lares y en unas condiciones durísimas.

A finales de 1928, el rey Amanullah de Afganistán , tras quedar muy impresionado por una reciente visita a Europa, impulsó ciertas medidas para democratizar el reino y adoptar ciertas costumbres occidentales, como la creación de un Parlamento, lo que provocó una furibunda reacción de los clérigos más tradicionalistas que desembocó en una rebelión y la posterior guerra civil.

La embajada británica en Kabul, ubicada en medio del campo, a 4 km de la capital, se encontraba en una situación delicada y pronto fue sitiada por las fuerzas rebeldes. El embajador, Sir Francis Humphrys, pidió ayuda a la Royal Air Force en Asia para intentar evacuar por aire a los centenares de civiles alojados en la legación, y fueron enviados a la zona 8 transportes Vickers Victoria desde el 70 Escuadrón de Transporte ubicado en Iraq.

En cada Victoria había 24 asientos plegables para transportar soldados, y los colosales (para la época) aviones comenzaron la evacuación de más de 300 mujeres y niños el 23 de diciembre y para el día de Año Nuevo de 1929 ya estaban todos a salvo en la cercana Peshawar o en Risalpur (India), a pesar de volar en condiciones climáticas invernales muy adversas (a -19º C) y sobre cordilleras de más de 3.000 m de altitud con la cabina abierta soportando temperaturas glaciales, que los ateridos pasajeros combatían a base de abrigos y mantas.

La situación empeoró mucho en enero y el día 14 se decretó la evacuación total, culminando el 25 de febrero de 1929, con el traslado del resto del personal diplomático, ciudadanos de otras nacionalidades (franceses, alemanes, italianos, turcos y persas en su mayoría) que habían pedido asilo entre los británicos y los miembros de la familia real afgana.

En total, 586 personas (en su mayoría, británicos, además de 57 alemanes, 49 turcos, 36 afganos, 23 franceses, 25 persas, 19 italianos, 5 sirios, 1 rumano, 1 suizo y 1 estadounidense) fueron puestas a salvo a los poco más de 170 km/h que alcanzaban los voluminosos cargueros atestados hasta los topes. 316 de ellos eran mujeres y niños. Hasta se tuvieron que emplear elefantes y camellos para despejar de nieve las pistas de aterrizaje y despegue...

Finalmente, fueron necesarios 84 vuelos, mientras que el equipaje fue transportado en aviones más pequeños, como el Handley Page Hinaldi (foto 3), con unas limitaciones que recuerdan mucho a las de las actuales compañías low-cost: apenas 20 libras (9 kg) de peso por adulto y 15 (6,8 kg) por niño, sin contar la ropa de abrigo.

El 70 Escuadrón de la RAF volvió en 2009, 80 años después de su proeza, a tierras afganas, esta vez equipado con sus cuatrimotores C-130 Hércules, reemplazados desde 2014 por los más capaces Airbus 400 Atlas (foto 4) ensamblados en la factoría sevillana del consorcio europeo.


El primer puente aéreo de la historia no sólo salvó centenares de vidas inocentes, sino que fue la primera gran constatación de las inmensas posibilidades que ofrecía la aviación, tanto para los militares como para los civiles....y todo ello aconteció en el mismo año en que Woody Allen ambientó su deliciosa comedia romántica 'Magia a la luz de la luna'...

lunes, 15 de mayo de 2017

El 'Protocolo Bóxer'... despiadado antecesor del Tratado de Versalles...







Se suele acusar, con toda la razón, a las injustas y desproporcionadas reparaciones de guerra impuestas a Alemania por el Tratado de Versalles a la conclusión de la Primera Guerra Mundial como una de las causas del nacimiento del nazismo y del infausto proceso que desembocó en la Segunda Guerra Mundial... Sin embargo, el Tratado de Versallles no surgió de la nada, ni fue una creación original de los aliados de la Entente, sino que es digno heredero de un ominoso precedente en el que participaron la mayoría de naciones que luego habrían de tomar parte en la Gran Guerra: el 'Protocolo Boxer' o 'Tratado de Xinchou' para los chinos, el acuerdo de paz que puso fin en 1901 a la llamada Rebelión de los Boxers en China, cuyas arbitrarias y abusivas reparaciones económicas marcaron la pauta para la posterior infamia impuesta en Versalles a la derrotada Alemania.

Además de la ocupación de nuevas plazas coloniales (Huang-tsun, Lang-fang, Yangtsun, Tientsin, Chun-liang-Cheng, Tongku, Lutai, Tongshan, Lanchou, Changli, Chinwang Tao y Shanhai Kuan) que se añadían a las que ya disfrutaban en suelo chino, y de distintas condiciones que afectaban a la capacidad militar de China, a los severos castigos y ejecuciones impuestos a los rebeldes y sus líderes -muchos de ellos príncipes y altos funcionarios- y al refuerzo de las legaciones diplomáticas en Pekín, se impuso una reparación de guerra de dimensiones monstruosas, sin parangón hasta la fecha...

Por el documento firmado el 7 de septiembre de 1901 se obligaba a la dinastía Manchú (o Qing; a mí me gusta más la tradicional denominación en la historiografía europea) a pagar por cada habitante de China un tael (foto 3; la moneda estándard del país, llamado por los occidentales el 'dólar chino', aunque era de mayor tamaño que éste, y con un peso que oscilaba entre los 35 y los 40 g de plata pura, siendo en 1900 el peso medio del tael 'Kuping' -acuñado por el Tesoro imperial- unos 37,5 g de plata).

Eso significaba entonces la astronómica cifra de ¡¡¡¡450 millones de taels!!!!, una moneda de 37,5 g de plata por cada persona, lo que entonces equivalía a 333 millones de dólares o 67 millones de libras esterlinas. Teniendo en cuenta que el PIB de EE UU era de 4.000 millones de dólares en 1900, suponía una cantidad tremenda, y más para un imperio tan arruinado y agotado como el manchú, convaleciente además de tan terrible derrota miltar y los estragos causados por el conflicto...

Su valor a precios de hoy sería equivalente a más de 23.000 millones de dólares...

El Protocolo, suscrito por las ocho potencias (como se decía entonces) que habían intervenido militarmente en China para suprimir la patriótica 'rebelión' (Imperio Japonés, Imperio Ruso, Imperio Alemán, Estados Unidos, Reino Unido, Reino de Italia, Austria-Hungría y III República Francesa), más el Reino de España, el Reino de Bélgica, los Países Bajos y la propia China, se firmó en la Embajada Española en Pekín, ya que nuestro embajador, el canario Bernardo de Cologán (quinto por la izquierda en la foto 2), no sólo era el decano del cuerpo diplomático residente en China, sino también el verdadero líder de la heroica resistencia de las legaciones sitiadas por los Boxers durante los 55 días inmortalizados en el peliculón rodado en Las Rozas por el productor de origen ucraniano Samuel Bronston...

Tenían derecho a cobrar las indemnizaciones, además de los firmantes, Portugal, y el Reino de Suecia y Noruega, entonces todavía unidas bajo una misma corona; una situación que perduraría hasta la independencia de los noruegos en 1905.

El porcentaje de tal fortuna, de mayor a menor, era el siguiente: Imperio Ruso 28.97%, Imperio Alemán 20.02%, III República Francesa 15.75%, Reino Unido 11.25%, Imperio Japonés 7.73%, Estados Unidos 7.32%, Reino de Italia 7.32%, Reino de Bélgica 1.89%, Austria-Hungría 0.89%, Países Bajos 0.17%, Reino de España 0.03%, Portugal 0.021%, y el reino de Suecia y Noruega 0.014%. Eso suponía una jugosa suma para España de 135.000 taels o 98.550 dólares del año 1900.

Dado el inmenso volumen de reparaciones a cobrar, se estableció un plazo de 39 años para satisfacer el pago, que se realizaba en lingotes de oro, estando previsto el último de ellos para el 31 de diciembre de 1940... La 'trampa' era que, al extender el plazo de pago, también se añadía un interés del 4% anual, lo que implicaba que, de cumplirse los plazos previstos, la cantidad inicial se duplicara, rozando los mil millones de taels (en concreto, 982.238.150) o lo que es o mismo, unas 37.000 toneladas de plata de la mejor calidad.

Sin embargo, las turbulencias de la Historia habrían de venir beneficiar en parte a China a la hora de satisfacer el pago de tan onerosa carga.

Estados Unidos, que tenía derecho a cerca de 30 millones de dólares de indemnización, decidió, como gesto de amistad hacia China, reducir su cantidad a cobrar a sólo 11 millones, que, además habrían de servir para becar a estudiantes chinos para estudiar en universidades estadounidenses. Para ello, era necesario crear en Pekín un segundo centro universitario tras la ya existente Universidad Imperial puesta en marcha en 1898, centrada en el estudio de las ciencias, cuyos alumnos serían enviados a terminar su formación a Estados Unidos. Se creó así la Universidad Tsinghua, que aún hoy atesora un gran prestigio...

El estallido de la Primera Guerra Mundial supuso otro gran alivio para las arcas chinas, tras la caída del imperio manchú y la proclamación de la república en 1912 (lo que tan bien se nos relata en 'El último emperador'). En 1917, una vez que parecía claro que las potencias centrales no ganarían la guerra, la República de China declaró la guerra a Alemania y Austria-Hungría, y de paso dejó de pagarles las indemnizaciones debidas (casi un 21% del total).

Con la Rusia Bolchevique emanada de la Revolución pasó de todo: tras renunciar en 1918 a continuar recibiendo los pagos, en 1924 las autoridades soviéticas llegaron a un acuerdo similar al estadounidense, para que el dinero que les correspondía fuera empleado por China en políticas de educación, aunque bajo supervisión de las autoridades soviéticas.

En 1925, Reino Unido acordó con las autoridades del país asiático que su parte de la indemnización se dedicase a ampliar la red ferroviaria china. Ese mismo año, Francia llegó al acuerdo de que sus compesaciones económicas se emplearan como capital para reactivar el Banco Franco-Chino para el Comercio y la Industria fundado en 1922.

Italia firmó un pacto similar para que China invirtiera su parte en construir puentes de acero, mientras que Bélgica firmó con los chinos un acuerdo para la compra de material ferroviario belga y locomotoras con el dinero de la indemnización de guerra. Por su parte, Japón cedió su parte para el desarrollo de la industria aeronáutica china, aunque bajo supervisión nipona.

En definitiva, China consiguió de las potencias firmantes del llamado 'Protocolo Bóxer' evitar la salida del país de casi un 40% de los capitales que debía satisfacer a sus acreedores, a lo que sumó el 21% que dejó de pagar a Alemania y Austria-Hungría, así que para 1927 dejó definitivamente de enviar divisas al extranjero por este concepto, 13 años antes de lo previsto... Con lo firmado en Versalles no se repetirían tan buenas intenciones ni ese espíritu constructivo y de colaboración entre antiguos enemigos... Bien caro que lo pagaríamos todos...

martes, 9 de mayo de 2017

Por qué en Dinamarca los niños de ojos marrones descienden de españoles, y otras alegres invenciones











Fieles a ese carácter filantóprico que tienen todas nuestras aportaciones al progreso de la Humanidad, los españoles fuimos hace unos 209 años los primeros en extender por toda Europa, donde el común de los mortales fumaba en pipa (sobre todo en las elaboradas en porcelana y cerámica por los maestros holandeses) una saludable práctica social hasta entonces desconocida fuera de los confines de nuestro Imperio: el uso de los cigarrillos. Unas virutas de tabaco liadas en buen papel, como una respuesta más económica a esa artesanal filigrana vegetal que eran, y son, los cigarros puros.

 Semejante acontecimiento se produjo durante las primeras campañas napoleónicas, en las que los gabachos nos la metieron doblá (no habría por allí ningún murciano) y camelaron a nuestras altas autoridades para mandar buena parte de lo mejorcito de nuestro ejército en la Península a remotas tierras centroeuropas en beneficio del 'Pequeño Corso' y sus maquiavélicos planes, de los que seguramente participaron, ignorantes de lo que realmente se avecinaba, los soldados españoles, retratados en muchos casos en compañía de sus familiares, por los hermanos alemanes Christoph y Cornelius Shur.  quienes dejaron el testimonio gráfico -a modo de estudio antropológico- de todas las tropas que pasaron por la ciudad de Hamburgo durante las guerras napoleónicas entre 1806 y 1815.  Sus láminas dedicadas a los militares españoles, además de información, se cuentan entre las más famosas del periodo por su naturaleza costumbrista y detalles tan extraños para los centroeuropeos de entonces como ver a soldados y mandos retratados en tan poca marcial pose y dándole al fumeque durante su estancia en tierras alemanas y posteriormente en sus guarniciones en Dinamarca.

No hay mejor imagen que describa a nuestros compatriotas que la imagen que abre el post, de un voluntario del Regimiento de Infantería Ligera 2º de Cataluña, a lomos de un pequeño corcel, apurando su pitillo y protegido del frío con su capote.

Allí no sólo llevaron sus novedosos pitillos y sus exóticos cigarros puros... también sus guitarras y sus alpargatas de esparto, el calzado más común entre las tropas españolas de entonces por lo barato y resistente del material. Por las frías tierras de Escandinavia en esparteñas.. ahí es nada...

La mejores imágenes de los hermanos Suhr pueden verse en estos fabulosos enlaces...

http://www.napoleon-series.org/military/organization/Spain/c_Suhrspanish.html

http://www.eborense.es/soldados1808_pg_infanteria_linea.html

 De aquellos compatriotas nuestros desplazados a orillas del frío Báltico por las veleidades políticas de unos pocos escribió el historiador danés Henning Petersen:

"Desde mi infancia he escuchado un sinfín de anécdotas sobre los soldados españoles, que causaron gran impacto en la población, ya que resultaron muy exóticos. De ahí nacieron muchos mitos, como que todos los daneses de ojos marrones descienden de ellos".

"Nunca entraron en combate, sólo estuvieron estacionados. Y fueron los primeros soldados extranjeros que no arrasaron el país. Vivían entre la gente, se comportaban de forma familiar, aceptaban sin remilgos la comida local (no como los franceses y belgas); jugaban con los niños, tocaban la guitarra y hacían fiestas".

Uno de los daneses más universalmente conocidos y entre quienes más impacto tuvo la presencia de los españoles en Dinamarca fue el propio Hans Christian Andersen, entonces todavía un niño muy pequeño, tal y como recuerda la Sociedad Geográfica de Publicaciones:

"El 14 de marzo de 1808 la española División del Norte, formada por quince mil hombres, desembarcó en Odense (Dinamarca), enviada por el rey Carlos IV a petición de Napoleón para fortalecer el bloqueo contra los ingleses, en cumplimiento de lo acordado en el Tratado de San Ildefonso en 1796. Un mes antes, Dinamarca, aliada de los franceses, había declarado la guerra a Suecia por negarse aquella nación a secundar el bloqueo a Inglaterra; la división española había sido destinada al país nórdico con un doble fin: prevenir una eventual invasión sueca de Dinamarca y sacar tropas españolas de la Península Ibérica que podrían oponerse a la planeada invasión francesa. 

Las fuerzas de ocupación franco- españolas, mandadas por el mariscal Bernadotte (quien, a la conclusión de las guerras napoleónicas, demostró ser un tipo tan hábil y espabilado que acabó siendo rey de Suecia y cabeza de la dinastía de la que desciende el actual soberano sueco y su heredera al trono), fueron recibidas con hostilidad por los daneses.

Pero mientras crecía día a día la desconfianza y el odio de la población hacia los franceses por su arrogancia y despotismo, la cortesía y el buen humor de los españoles ganaban la simpatía y el aprecio del pueblo danés. El recuerdo de la buena impresión causada por los soldados españoles se conservó de padres a hijos tanto tiempo en la isla de Fionia que, cien años después, el 14 de marzo de 1908, se conmemoró solemnemente en Odense el Centenario de aquel desembarco, en recuerdo y elogio de la conducta de los españoles durante su estancia en Dinamarca. 

Pero ninguno de los discursos de la celebración de aquel Centenario logró una carga emocional semejante a lo escrito unas décadas antes por el más universal de los escritores daneses, que tenía tres años recién cumplidos cuando llegaron los españoles a su ciudad natal.

"Un buen día, me alzó un soldado español en sus brazos y apretó contra mis labios una medalla de plata que llevaba colgando sobre su pecho desnudo -escribió Hans Christian Andersen en 'El cuento de mi vida'-. Recuerdo que mi madre se enfadó mucho y dijo que eso era católico; pero a mí me habían gustado la medalla y el extranjero aquel, que bailara girando conmigo en brazos mientras lloraba; por lo visto él tenía niños allá en España. Vi cómo llevaban a uno de sus compañeros para ajusticiarlo. Muchos años más tarde, acordándome de aquello, escribí mi poemita 'El soldado' (Soldaten), que traducido al alemán por Chamisso, se hizo popular en Alemania y ha sido incluido en las canciones militares alemanas como algo original alemán".

A partir de estos episodios de su niñez, España se convirtió en una obsesión que perduró durante la mayor parte de la vida de Hans Christian Andersen, el autor inmortal de cuentos que han despertado la ilusión en las mentes de generaciones y generaciones de niños de todo el mundo. Además de este recuerdo infantil, que rememora también en su 'Viaje por España' (1863).

Andersen publicó varias obras relacionadas con la presencia de los españoles en Dinamarca, todas con anterioridad a su visita a nuestro país en 1862, a sus 57 años y cuando ya era unánimemente reconocido como un genio de la literatura universal, acompañado de Jonas Collin.. Una estancia cargada de anécdotas, muchas de ellas gastronómicas, como no podía ser menos, y que disfrutó como pocas cosas más en su vida... incluidos los días que pasó en Murcia, "la cual nos habían descrito como una ciudad de lo más interesante, donde encontraríamos vestigios árabes (los trístemente desaparecidos Baños, entre ellos), veríamos gitanos y también los atuendos más pintorescos de España". http://cvc.cervantes.es/lite…/andersen/de_viaje/viaje_05.htm

Un viaje que, pese a las recomendaciones de que tomara un barco, hicieron por tierra "aunque había que admitir que las historias más terribles sobre atracos y desvalijos estaban asociados con esa ruta". En Murcia, donde estuvo del martes 23 de diciembre al viernes 26, Andersen queda impresionado por la feraz huerta regada mediante acequias, y ante su magnífica catedral, de cuya preciosa fachada reniega por considerarla sobrecargada de estatuas y motivos decorativos, seguramente debido a la sobriedad característica de sus creencias protestantes.

También presencia, por primera y única vez en el viaje, lo que él creía que era una procesión religiosa, siendo en realidad el cortejo mortuorio de una joven murciana cuyo rostro marmóreo le causó gran impresión. Pese a todo, no pudo cumplir su sueño romántico de pasar unos días entre esos gitanos que sólo existián en la imaginación de los escritores extranjeros cuya visión de España era un compendio de tópicos...  En diligencia, los viajeros salieron al día siguiente hacia Cartagena ("...jamás vi un paisaje tan asolado y agreste como aquel", rememoró con posterioridad sobre aquel recorrido por tierras murcianas) donde pasó una estancia de lo más agradable antes de coger el barco hacia Málaga, la ciudad que más le gustó de todo su periplo español y en la que una estatua recuerda su visita...

¡¡¡FELIZ DÍA DE EUROPA...!!!

jueves, 4 de mayo de 2017

Russel-Aurore Bouchard, la 'persona con dos espíritus' que más admiro












En mis estudios sobre los indios de la Nueva Francia (inmenso territorio colonial al que pertenecía el actual Canadá) en la Guerra de los Siete Años, he tenido la inmensa suerte de conocer y admirar la obra de cinco grandes historiadores, los ya desaparecidos William John Eccles y Francis Jennings, reconocidos universalmente por lo revolucionario de sus aportaciones al análisis histórico de la Norteamérica del siglo XVIII; el más joven, y no por ello menos brillante, Fred Anderson; el veterano y prolífico René Chartrand y mi idolatrado Russel Bouchard, el mayor experto en la historia y evolución de las armas de fuego en tierras norteamericanas en los siglos XVII-XVIII.

Pero Bouchard, de origen 'métis' o mestizo, una importante minoría histórica fruto de la unión de los 'voyageurs' o comerciantes franceses -y posteriormente escoceses- con las mujeres de los nativos con los que intercambiaban pieles por armas y mercancías (en su caso concreto, de india de etnia Montagnais -Innu o Naskapi, en lengua nativa- con comerciantes francocanadienses y escoceses) es mucho más. Su obra abarca múltiples aspectos de la historia canadiense.

En 2007, cumplidos los 59 años y tras no pocas vicisitudes personales muy dramáticas, Russel declaró su condición de 'persona con dos espíritus' y cambió su nombre por el de Russel-Aurore Bouchard, haciendo suya la tradición presente en todas las naciones indias de Norteamérica, con diferentes nombres, allí donde se ha preservado (foto 1) [ Arapaho (hoxuxunó), Arikara y Assiniboine (winktan'), Pies Negros (ake:śkassi), Cheyenne (he'eman), Comanche y Cree de las Praderas (ayekkwe), Crow (boté), Gros Ventre y Hidatsa (miáti), Kansas (minquge), Kiowa y Mandan (mihdeke), Ojibwa de las Praderas (agokwa), Omaha (minquga), Osage (mixu'ga), Oto (mixo'ge), Pawnee y Ponca (minquga), Potawatomi (m'nuktokwae), Quapaw y Winnebago (shiéngge), Lakota (winkte) y Dakota (winkta)], que reconoce a aquellos hombres que se sienten medio mujeres y mujeres que se sienten medio hombres, y ambos espíritus conviven en el mismo cuerpo (recordad el personaje de Pequeño Caballo en la magnífica 'Pequeño Gran Hombre').

Afortunadamente, desde finales de los años 90 se ha impuesto este término, menos ofensivo por el que eran conocidos hasta entonces, tanto en las crónicas de los exploradores, como en los posteriores estudios antropológicos: 'berdache', con una clara intención homófoba visto su origen, y que los franceses adoptaron a su manera del español 'bardaje' (del pelvi o parto antiguo 'bardag', derivado a su vez del árabe 'bardag' o 'cautivo', uno de los términos más controvertidos, seguramente, del diccionario de la RAE por su significado: "Sodomita pasivo", dando a entender que ése era el destino al que podían ser sometidos los cautivos por sus captores.

Así se describía desde finales del siglo XVII y principios del XVIII a estos nativos que vestían y actuaban como mujeres, y que se relacionaban con hombres, y a quienes en sus sociedades, paradójicamente, se les tenía en alta estima y respeto, por pensar que ese cambio de género respondía a los poderes especiales que acumulaban esas personas.

Curiosamente, cuando los españoles conocieron esta institución social en su contacto con los indios Chumash de California, no llamaron a sus protagonistas 'bardajes', sino 'joyas'... Entre los nativos indios de dos espíritus más famosos están el Crow 'Squaw Jim' a la izquierda de la foto 8, tomada en 1877 por John H Fouch, la más antigua conocida, y el Zuñi llamado We'wha (foto 9, de 1879), cuya doble condición fue reconocida desde su niñez, y que en 1886 fue invitada a la Casa Blanca como respetada embajadora de su pueblo, sin que nadie pensara otra cosa más que era una mujer de los pies a la cabeza.

Antes de estas fotos, la única constancia gráfica era la proporcionada por los artistas que visitaban a las diversas tribus, siendo muy famosa 'La danza del berdache' de George Catlin (foto 10), en el que los aguerridos Sac y Mesquakie bailan como homenaje a uno de ellos que ha decidido vivir como una persona de dos espíritus.

Si ya antes admiraba fervientemente a Bouchard, no puedo menos que aplaudir el valor de la que es, con todo derecho, mi historiadora canadiense favorita...



miércoles, 3 de mayo de 2017

La imprescindible Biblia británica de la Zoofagia durante la era victoriana...



Todas las bibliotecas, incluso las de temática gastronómica, suelen albergar pequeñas joyas. La mía acoge este ejemplar de segunda mano de uno de los libros más alucinantes jamás escritos.

De un tamaño apenas más grande que una cucharilla de postre y con una letra diminuta de estilo victoriano, a lo Biblia de Jerusalén, 'Las curiosidades de la comida o los manjares y delicias de las diferentes naciones obtenidas del reino animal', escrito en 1859 en su londinense hogar de South Kensington por el periodista inglés de origen danés Peter Lund Simmonds, continúa aún hoy sorprendiendo por su contenido...

Y más aún teniendo en cuenta que dedica su capítulo inicial al canibalismo, una práctica muy extendida entonces en diferentes partes del mundo, especialmente las más remotas y ajenas a la colonización europea. Sin olvidar los casos sucedidos entre las tripulaciones de barcos naufragados cuyos supervivientes habían sido rescatados tras consumir la carne de sus compañeros fallecidos, como el famoso naufragio en 1820 del ballenero 'Essex', todo un escándalo en su época cuya historia nos relató Ron Howard en la impactante 'En el corazón del mar'. Antecedentes del famoso suceso acontecido en 1972 en los Andes que todavía hoy nos conmueve y que también fue recreada en la pantalla grande en varias ocasiones.


Una obra que destaca por el empleo de palabras hoy en desuso, debido al paso del tiempo o a que ya no comemos lo mismo que entonces... es el caso de calapash y calapee, palabras muy habituales en el Sur de Estados Unidos... siendo calapash el nombre de la concha superior de las tortugas y de la carne verde gelatinosa adyacente a la misma, mientras que el calapee era el nombre del caparazón inferior y también de la carne gelatinosa amarillenta adherida a la misma.

Otro términos como 'maw' ("fauces"), antiguamente sinónimo de 'estómago', o el 'train-oil' (no tiene nada que ver con el ferrocarril, sino con la palabra holandesa 'traan' -lágrima o gotita- producto de su destilación) o aceite de ballena, con el que según el autor los esquimales conservaban los lagópodos o perdices nivales, llamadas rypeu en el Canadá de la época '',

Que en Guatemala tuvieran la creencia de que comerse un lagarto vivo curaba el cáncer, o que la carne preferida de los ingleses en la Honduras Británica (actual Belize) fuera la de manatí, o las tiras encurtidas de piel de elefante una de las principales delicatessen de Ceilán, son sólo algunos de sus ejemplos menos 'sorprendentes'...

Como las trompas y "dedos" de elefante asiático adobados en vinagre con pimienta de Cayena, las lenguas de flamenco o de cabra montés, o la reseca carne de dromedario cuya lengua salada y ahumada era considerada una exquisitez en Berbería y se exportaba a la vecina Italia, o la grasa de la joroba de los camellos que, según Simmonds, empleaban los tártaros como una mantequilla tras derretirla en un poco de té caliente. También apunta a que en los hogares más pobres de Francia se consumía entonces una `ternera' que era en realidad carne de burro.

Otros como que los bogavantes eran tan abundantes en algunas zonas costeras de Canadá y Nueva Inglaterra que se empleaban como abono de las cosechas, no es tan descabellado. Ya lo hacían los nativos americanos, de los que tomaron esa práctica los colonos. Era la habitual comida que los grandes terratenientes de la costa solían ofrecer a sus siervos (presos y condenados o emigrantes sin recursos obligados a servir un mínimo de siete años hasta recuperar su libertad). Sólo la llegada del ferrocarril y del enlatado, permitió mover esa gran masa de acorazado marisco hacia otras partes del mundo, y disparar su cotización como una comida de ricos.

Hasta hace unas décadas, los carabineros eran empleados con esa función en algunos lugares de Canarias o Cádiz o también como alimento para los cerdos ya que se consideraba que, dado su gran tamaño, carecían de valor comercial.

Nacido en 1814 en la ciudad danesa de Aarhus como Peter Lund, fue adoptado en su niñez por una familia británica de gran tradición marinera. Con apenas 12 años, ya estaba embarcado en navíos mercantes como grumete. Rondando la veintena trabajaba como contable en Jamaica. A sus 20 años cumplidos, regresó a Inglaterra para iniciar su carrera periodística, que comenzó como editor de The Garland en la localidad de Chichester, además de trabajar en diferentes periódicos.

Entre 1844 y 1848 fue el editor de la Simmonds' Colonial Magazine and Foreign Miscellany, revista que fundó dedicada a los asuntos comerciales y coloniales del Imperio Británico. También escribió artículos en la revista Popular Science Monthly y libros dedicados a diversas materias asociadas a la aventura colonial británica, además de la alimentación, también a la agricultura y plantas tropicales, plantaciones de café, productos marinos, el comercio internacional o la entonces muy de moda exploración polar, relatando la gran tragedia de la fracasada expedición de Franklin en busca del esquivo Pasaje del Noroeste en los mares árticos.

Seguro que fue entonces, gracias a la extensa información que manejaba sobre la vida en las colonias y del comercio internacional de alimentos, cuando recopiló los datos con los que realizó su obra más famosa. Como también le sucedía al bueno de Emilio Salgari con sus novelas ambientadas en los más exóticos escenarios, una crítica muy habitual a la guía alimenticia de Simmonds era que su autor "escribía de oídas" y que, ni en sus mejores sueños, había probado la inmensa mayoría de esas preparaciones culinarias que describía como si las hubiera paladeado en persona. Una circunstancia que, sin embargo, no resta mérito alguno a este maravilloso compendio con un alto valor antropológico, cultural y gastronómico, fiel reflejo de una época de expansión colonial europea felizmente concluida.

En definitiva, una gran guía para el público victoriano en general, para sus funcionarios coloniales y soldados sobre qué cosas se podían comer, y cuál era el modo de hacerlo, en un Imperio tan extenso y global como el británico, y que estaba llamada a convertirse en la obra de referencia de la 'Zoofagia', un movimiento a medias entre lo cultural y culinario que defendía el consumo de las especies exóticas que se iban incorporando con cada expansión territorial de los dominios británicos. Se pensaba que estas nuevas especies animales, por su abundancia, ayudarían a paliar el hambre de las clases populares en la metrópoli, y a una mejora de la alimentación en general, también de los más ricos y acomodados, al aportar cualidades nutricionales de las que supuestamente carecían los animales del llamado Viejo Mundo europeo.

El cirujano y naturalista inglés Frank Buckland, también considerado el padre de la moderna acuicultura, era uno de los grandes apóstoles de esta corriente de pensamiento, surgida a mediados del siglo XIX en Francia, y que pronto se extendió al Reino Unido y otras potencias coloniales, estimulada por la fundación en 1854 en París de la Sociedad Imperial Zoológica de Aclimatación, con el objetivo de introducir en Francia el consumo de especies 'exóticas' y complementar  o sustituir a las de consumo tradicional en Europa por otras nuevas que se consideraban de un mayor rendimiento y unos sabores más atractivos al paladar debido a lo novedoso e inusual de los mismos.

Especies como el canguro, el emú, el kiang tibetano (el asno salvaje de mayor tamaño) y la quagga, peetsi o cebra del Cabo, una especie de gran abundancia con cuya carne se pensaba alimentar a las clases británicas más desfavorecidas. Era cuando este hermoso cuadrúpedo prosperaba por millones en las llanuras sudafricanas, siendo cazado por los boers por su piel y como alimento de los nativos Cafres (del árabe kaffir, 'descreído' o 'que rechaza el Islam'; término racista con el que denominaban los afrikaaners a las diferentes tribus indígenas del Sur de África) a su servicio. La foto 2 es una preciosa acuarela de Nicolas Marechal sobre la única cebra que albergó la Real Casa de Fieras (Menagerie) del Palacio de Versalles en tiempos de Luis XVI, una quagga regalo del gobernador holandés de Ciudad del Cabo. La foto 3, de la última quagga viva del Zoo de Londres, data de 1870.

Sin embargo, este proyecto tuvo que ser cancelado cuando en apenas unos años, y en un proceso similar al vivido por el bisonte americano, fue totalmente extinguido por las autoridades británicas como modo de someter por el hambre a los colonos holandeses y los indígenas que trabajaban como peones en sus haciendas.

El último ejemplar murió en el Zoo de Amsterdam en 1883, justo 24 años después de la publicación de la guía de Simmonds, aunque desde hace tres décadas hay un proyecto sudafricano para recuperar la especie sin recurrir a la clonación (aunque hay ADN suficiente para ello en los museos de Historia Natural) mediante los cruces selectivos de cebras actuales, que han dado fruto en un pequeño rebaño de neo-quaggas sobre el que se tienen depositadas muchas esperanzas.

 Tras la extinción del elegante cuadrúpedo sudafricano, Buckland fijó su atención en otra especie exótica como remedio definitivo al hambre de las clases populares de su país, la capibara o carpincho (foto 4) tan abundante entonces en los llanos de Venezuela, las selvas amazónicas o las estribaciones de los Andes. Proyecto que, como es de imaginar, finalmente no cuajó.

La gran obsesión de Buckland, heredada de su padre, el pastor anglicano y afamado naturalista William Buckland, considerado el verdadero padre y gran impulsor de la Zoofagia, era el de probar el sabor de la carne de todas las especies conocidas antes de pasar a mejor vida. Para ello contó el médico en sus años mozos con la complicidad bien pagada de algunos guardas del Zoo de Londres, que le suministraban cadáveres de los animales que iban falleciendo para satisfacer sus morbosos apetitos, encontrándose a veces estos restos en mal estado, para desgracia del insaciable gastrónomo,

Un aspecto más en la apasionante vida de Buckland hijo, a quien de casta le venía al galgo, pues no en su padre fue el primer británico en descubrir los restos de lo que llamó 'Megalosaurus' (lagarto gigante) y que su compatriota Richard Owen rebautizaría dos décadas después como 'Dinosaurus' (lagarto terrible), palabra de mayor fortuna popular con la que hoy conocemos a esta gran familia de impresionantes reptiles. Su esposa, la paleontóloga aficionada Mary Marlon Buckland, fue la primera persona en reproducir las huellas de los extintos saurios empleando moldes de pasta.

El éxito de la Zoofagia como teoría de explotación de recursos animales a nivel global es responsable de algunos de los mayores desastres ecológicos causados por la introducción de especies alóctonas o invasoras en lugares en los que que, desde entonces, son una gran plaga, como sucedió con el conejo en Australia y con la zarigüeya australiana o possum de cola de cepillo, introducida como fuente de carne y cuero en Nueva Zelanda. Un pequeño marsupial que llegó a estar al borde de la extinción en su tierra de origen, y que ahora crece y crece de manera imparable en la tierra de los maoríes por la falta de depredadores naturales, estimándose su población actual en más de 70 millones de individuos, equivalente a más de 20 zarigüeyas por cada neozelandés.

Otro tanto sucedió con la ardilla gris de Norteamérica introducida en Reino Unido como especie de caza menor debido a su carne, donde está desplazando a un ritmo vertiginoso a las ardillas rojas autóctonas, por lo que las autoridades británicas promueven su cacería y la venta en supermercados especializados de tan singular manjar. Una especie invasora que ha conseguido cruzar el Canal y ya ha alcanzado también Italia con los mismos efectos desastrosos...

Precisamente en 1859, el mismo año que Simmonds publica su obra más conocida sobre las insólitas delicias que el mundo ofrecía a los decididos a emprender viaje a lo largo y ancho del planeta en pos de los sabores de origen animal más insólitos y epatantes, el ya mencionado Richard Owen, papá como hemos visto de la palabra dinosaurio y gran aficionado también a la Zoofagia, convoca un ágape nocturno que la prensa de la época inmortalizaría como la 'Eland Dinner' o 'Cena del Eland'. Banquete cuyo plato principal era un eland (foto 5) proporcionado por el zoo londinense, el gran antílope sudafricano con el que los comensales tenían previsto retomar el proyecto apuntado con la quagga o el capibara, para dar de comer buenas dosis de carne roja a los británicos con menos recursos.

En tan histórico festín, también se tomó la decisión de crear en el Reino Unido, a imagen y semejanza de lo ocurrido en Francia unos años antes, la Sociedad de Aclimatación de Animales, Aves, Peces, Insectos y Vegetales, con el objeto, entre otros, de promover la crianza del espectacular ungulado de la sabana en tierras inglesas, proyecto que tampoco prosperó.

Apenas un año después, la Asociación iniciaba en 1860 su carnívora actividad con Frank Buckland como Secretario de Honor. Apenas unas semanas más tarde inició sus actividades su rama escocesa en Glasgow, y en 1861 se creó la rama de las Islas del Canal, con sede en Guernsey.

Sin embargo, el proyecto no cuajó debido a diversos factores, y en 1865, la Asociación se vio forzada, a causa de sus graves dificultades económicas, a integrarse en la Sociedad Ornitológica de Londres, hasta que la falta de interés y de resultados llevó a sus dirigentes, los participantes en aquella legendaria Eland Dinner nueve años atrás, a acordar su total disolución en 1868. Se perdió así una gran oportunidad para que los británicos, y a su rueda el resto de europeos, cambiásemos nuestra dieta por esas especies exóticas recién descubiertas a las que tantas propiedades se atribuían, en algunos caso, para bien de los paladares del Viejo Mundo. Una tendencia, la de la zoofagia, que salvo contadas excepciones como la Pintada o Gallina de Guinea, el avestruz, la Tilapia o la Perca del Nilo, ha tardado casi un siglo en volver a estar de moda en ciertos restaurantes temáticos que ofrecen carnes de animales salvajes como búfalo, ñu, alce, canguro, bisonte, camello, reno, cebra o cocodrilo.

¿Qué había causado el inesperado fracaso del gran buque insignia de los zoofagos británicos? Las dos causas más probables fueron la inadecuada elección de las especies exóticas con las que se pretendía mejorar el menú de los británicos, inapropiadas para su cría masiva en cautividad en tierras inglesas, y una excesiva inclinación a los intereses y apetencias de las clases más acomodadas, al contrario de lo que sucedía en Francia, cuya Sociedad Imperial Zoológica de Aclimatación de París fue todo un éxito y en 1866 albergaba en sus instalaciones más de 110.000 animales exóticos.

Aunque la  Guerra Franco-Prusiana, la posterior abdicación de Napoleón III , gran protector e impulsor de la institución, o el tremendo asedio de París por las tropas prusianas, supusieron un grave perjuicio para su supervivencia, todavía hoy día continúa ejerciendo, en cierta manera, sus funciones reconvertida en la Sociedad Nacional de Protección de la Naturaleza.

A pesar de ser un escritor muy prolífico y popular en su día, Peter Lund Simmonds falleció en Londres en 1897 en una situación económica bastante delicada. Pero, por encima del resto de sus escritos, excelsos testimonios de los logros de la era victoriana, la gran obra por la que fue más conocido y hoy todavía se le recuerda sigue siendo su maravillosa e irrepetible 'Las curiosidades de la comida o los manjares y delicias de las diferentes naciones obtenidas del reino animal'.  


Nada más, y nada menos, que la imprescindible Biblia británica de la Zoofagia durante la era victoriana...