lunes, 26 de junio de 2017

El 'Gymnasticon': Mens Sana in Machina Robustiana






Para quienes piensen que la vigorexia y la afición a los gimnasios y sus máquinas tonificadoras son consecuencia del culto al deporte promovido a nivel internacional hace algo más de un siglo por eminentes autoridades y filántropos, convendría romper una lanza en favor de los auténticos recuperadores de la práctica deportiva como herramienta de salud para el cuerpo retomando -y ampliando- la filosofía y las tecnicas imperantes durante la Antigüedad Clásica: los ilustrados protagonistas del Siglo de las Luces, con los autores de 'La Enciclopedia' entre sus principales promotores...

En concreto, en el Volumen 7 de la edición de 1757, donde se distinguían tres tipos diferentes de Gimnasia: la Militar, para adquirir habilidades físicas con las que desenvolverse mejor en el campo de batalla; la Atlética (o deportiva), con el propósito de protagonizar exhibiciones públicas de fuerza y habilidad; y, finalmente, la Médica, para cuidar de la salud mediante ejercicios recetados por los médicos.

Podría decirse desde finales del siglo XVII y comienzos del XVIII que toda Europa vivió una fiebre por la práctica deportiva, que se vio acompañada, teorizada y enriquecida por decenas de volúmenes de los más ilustres pensadores, en los que se sentaron algunas teorías que aún perduran hoy junto con centenares de ideas extravagantes fruto de la época y de las modas entonces imperantes.

Cada clase social tenía sus propias modalidades deportivas: mientras los ricos preferían navegar, montar a caballo, los juegos con raquetas o la caza, las clases menos pudientes se conformaban con los bolos, el criquet, el fútbol (entonces se practicaba con equipos de 22 jugadores) o la lucha libre... Si algo hermanaba a toda la sociedad sin distinciones de cuna, era la pasión por las peleas de gallos y los dados, considerados también como deportes...

La primera máquina para la práctica de ejercicios físicos, antecesora de las que hoy llenan nuestros gimnasios y hogares, fue, como no podía ser de otra manera, el 'Gymnasticon' (fotos 1 y 2), "para ejercitar los músculos y articulaciones del cuerpo humano", inventada y patentada en 1798 por Francis Lowndes, quien se definía así mismo como 'Médico Electricista' porque empleaba como medio de curación (absolutamente ineficaz, por otra parte) la recién descubierta electricidad, que causaba furor entre las clases más acomodadas de Londres que podían pagar semejantes tratamientos impartidos en su 'Grand Electrical Aparatus' (foto 3)... Afortunadamente, la Electroterapia ha evolucionado mucho desde entonces.

La máquina de Lowndes está considerada el tatarabuelo de nuestras actuales bicicletas estáticas, y permitía ejercitar a la vez o por separado las cuatro extremidades, y también hacer ejercicio de forma pasiva (ayudadas por el lacayo de turno) a aquellas personas incapaces de moverse por sí mismas. También fue muy recomendado para aquellos colectivos como los estudiantes, intelectuales, escritores y filósofos, cuyo trabajo les obligaba a llevar una existencia muy sedentaria...

Finalmente, la publicidad de la época aseguraba que este artefacto hacía milagros a la hora de curar la gota, las parálisis leves o severas, el reumatismo, la debilidad o las contracturas musculares... Los grabados de la patente son obra de J. Walker, siguiendo las indicaciones del inventor, que posa en la foto 2 accionando su máquina con la menos deportiva de las indumentarias...

Todavía quedaba entonces lejos ese invento francés que fue el chándal o chandail, contracción de 'marchand d'ail' (vendedor de ajo) en referencia a los característicos jerseys de lana que empleaban a finales del siglo XIX los vendedores de verduras del antiguo mercado de abastos parisino de Les Halles (Las Naves, por ser tratarse de estructuras cubiertas), una pieza con o sin mangas tricotada a mano y que se ajustaba a la cintura, tal y como refleja la divertida imagen de Emile Bravo que cierra el post.


2 comentarios:

Conde de Salisbury dijo...

Como se deduce de la historia del chandal, el desporte y la gimnasia eran patrimonio de los ricos y ociosos, a los pobres les correspondía el trabajo y, como mucho, los juegos, en algunos de los cuales sí se hacía ejercicio (no creo que fuera el caso de las peleas de gallos).

sushi de anguila dijo...

Bueno, pero al final, un buen número de deportes no dejan de ser ocupaciones de gente pobre o trabajadora llevadas al extremo: remo, esquí de fondo, natación (por los pescadores de perlas y coral), biatlón, tiro y tiro con arco, lanzamiento de jabalina, lucha, boxeo... He ahí la gran paradoja...